lunes, 28 de marzo de 2011

Los vacíos que vendrán. Michael S. Castleton-Bridger

Los vacíos que vendrán.

Mahoma murió en el año 632 después de Cristo.

Desde esas lejanísimas épocas su legado ideológico- religioso ha permeado la historia del mundo.

Su libro sagrado que le llegará directamente de Allah prescribe sin duda aspectos teológicos y morales pero más, es un código de vida para los seguidores del Islam.

Para peor a pesar de de innumerables escisiones, luchas internas, divisiones y extensiones geográficas sigue siendo en esencia y sigue enseñando los mismos preceptos que fueron el legado de mahoma plasmados en el Qur’an.

Los mahometanos nunca tuvieron el beneficio de reformas, contrarreformas, Luteranos, Anglicanos , Valdenses y todas las múltiples variantes que han aportado al pensamiento cristiano actual . Ideas y reformas que de alguna manera sirvieron de permanente levadura al pensamiento cristiano y su adaptación permanente al mundo en que vivimos.

Los musulmanes quedaron desde el punto de vista teológico anclados en el tiempo con una religión dura, cruel en términos humanos que virtualmente no ha cambiado desde el siglo siete después de Cristo.

Esto ha llevado a una particular forma de organización o desorganización, según como se mire, en cuanto a la situación de los países del medio oriente.

El problema es que la gente sí ha cambiado. Los adelantos del siglo 21 que las sociedades occidentales tomamos por naturales como la Internet también llegan a esas sociedades tan rígidas y homocéntricas.Entonces, esas inquietudes, ese enfrentamiento de modelos de sociedad se hace cada vez más evidente y por cierto en muchos aspectos, por cierto no todos, los valores occidentales, helénicos, no pueden más que tener enorme atracción para quienes han estado bajo la férrea égida de poco más que jefes tribales durante siglos.

El progreso social llega a medio oriente, pero muy lentamente, en un proceso de parto interminable que ya ha colmado la paciencia de muchos árabes que ven o conocen otra cosa de occidente.

Los seres humanos normales queremos las mismas cosas. Que nuestros hijos se críen en paz y que vivan vidas razonablemente felices y completas dentro de los designios que el señor tiene reservado para cada uno. Las madres de Arabia, del norte de África no sufren menos que una madre alemana ante la pérdida de un hijo, una hija o un esposo.

La gente se adapta al medio en que vive pero siempre en algún rincón del alma queda un resabio de la natural búsqueda de una vida mejor que perseguimos todos los mortales.

Los religiosos musulmanes , con excepciones basados más bien en cuestiones geo-étnicas, han procurado siempre mantener una vigorosa hegemonía sobre la vida de sus fieles manteniendo bárbaras costumbres, mezclando permanentemente religión , política y estado cosa que en buena medida los cristianos occidentales después de mucho sufrimiento hemos aprendido a evitar; ‘Iglesia y estado bien separados’.


Es entonces sobre un complejo andamiaje de costumbres, religión y política tribal e internacional que llegamos a la situación actual en Medio Oriente.

Túnez ya ha parido un cambio de gobierno que aún no está consolidado. Libia en manos de un megalómano por décadas hoy ve la posibilidad cierta de un cambio de gobierno supuestamente buscando una alternativa más moderna al despótico reinado del Cnel. Gaddafi y su familia.

Yemen después de una dictadura cuasi teocrática durante los últimos treinta años al menos empieza a dar síntomas de despertarse de su letargo impuesto a sangre y fuego por el gobierno de Ali Abdullah Sale.

Los emiratos árabes fundamentalmente Bahrein, curiosamente quizá el más abierto política y religiosamente de todos ellos sufre los embates de una población que pide cambios.

Es inevitable que esa intranquilidad se transmita en menor o mayor medida al resto de esa zona del mundo, fuente de una buena parte del petróleo que consume occidente.

Es inevitable a su vez que Siria y su gobierno Alauita bajo el gobierno de un otrora civilizado oftalmólogo casi británico empiece también a sentir los efectos de estos vientos de cambio. De hecho ya los acontecimientos en ese país parecen tomar un camino sin retorno.

Jordania , gobernado por su dinastía Hachemita sin duda ha sido y es uno de los más estables exponentes políticos de la región. Habrá que ver si resiste la embestida, la ola de cambio que lo rodea. Es de esperar que así sea ya que ha sido siempre este pequeño país una isla de civilidad y cordura entre salvajes y salvajismo.

Líbano irá por el mismo camino que vaya Siria salvo una intervención departe de Israel.Los lazos con Siria actuales e históricos son demasiado fuertes como para que ocurra otra cosa.

En Egipto, el gigante enfermo de la región, todo dependerá de la fuerza moderadora del ejército y la posición que tome la Hermandad Musulmana, hasta ahora extrañamente callada y en apariencia moderada dentro de su silencio.

Irak irá como el resto del mundo musulmán, no puede hacer otra cosa.

Las grandes incógnitas son sin duda Arabia saudita e Irán.

¿Podrán las dos potencias de la región resistir las crecientes presiones dentro de sus complejas estructuras sociales?

¿Resistirán los miles de principejos saudíes descendientes de Ibn Saud la presión de una población cansada de sus excesos y sus draconianas disposiciones sobre la vida de sus conciudadanos?

¿Resistirán los Mullahs descendientes ideológicos de Jomeini la indignación del noble pueblo Iraní ante sus excesos y la galopante corrupción que reina en aquél país?

Hay mucho que está por verse. En términos militares la situación en Medio Oriente y el mundo árabe esta en estado de fluidez sin que se vea con claridad ningún escenario futuro claro.

Lo que debe preocupar a cualquier analista es hacia qué van esos países. El silencio de esa co-operativa terrorista que es Al Qaeda llama la atención. Parecería un momento ideal para que los seguidores del Sr. Bin Laden plantaran sus banderas en cuanta proto-insurrección se produzca en la región. Pero no ha sido así.

Occidente deberá estar atento y vigilante ante vacíos de poder que sin duda aparecerán si este proceso ‘libertario’ se prolonga y se afirma.

El apoyo, tardío, pero apoyo al fin, de las Naciones Unidas y consecuentemente la OTAN a los insurrectos Libios sin duda es la correcta. Por primera vez quizás desde la segunda guerra mundial en el siglo pasado, occidente ha hecho lo moralmente correcto aún a riesgo de los suministros de petróleo libios. El problema es que se esté abriendo una verdadera caja de Pandora con resultados a la fecha imprevisibles.

Fácilmente la situación se podría degenerar en una verdadera conflagración entre occidente y el mundo árabe en la medida que los fundamentalistas teocráticos obtuvieran el poder en los países en ebullición y que este proceso se extendiera.

Arabia Saudita en manos de fundamentalistas como Bin Laden o sus seguidores sería un escenario absolutamente inaceptable para occidente y solamente podría llevar a un enfrentamiento terrible entre las dos culturas por el nivel de armamento que los yanquis le han provisto a los sauditas a través de los años.

Algún grado de estabilidad en medio oriente es vital para occidente en la medida de que sigamos siendo tan dependientes del petróleo para la marcha de nuestras economías.

Con el tiempo sin duda desarrollaremos alternativas o nuevas fuentes de ese mineral. El problema es el mientras tanto.

Mientras tanto occidente deberá caminar por una delicada línea entre la deseable modernización de las sociedades Islámicas y consiguiente mejora en la situación de los derechos humanos básicos de su gente y por otro lado algún grado de estabilidad política para estos regímenes que sufren una inestabilidad inherente y endémica.

Occidente deberá cuidarse de los vacíos de poder en el medio oriente y al mismo tiempo tratar de apoyar a quienes consideren los legítimos representantes de esos pueblos.

Tarea harto difícil y de pronóstico, hoy, completamente incierto.

La verdad que tal cual están las cosas podríamos sufrir una nueva crisis de petróleo en el mediano plazo y hasta el corto plazo como nunca se vivió antes.

Es tiempo de diplomacia, es tiempo de decisiones y coraje para las democracias occidentales, es tiempo como decía Teodoro Roosevelt ‘de hablar con suavidad pero portar un palo bien grande’.

Si las cosas salen bien las consecuencias serán buenas para todo el planeta. Si salen mal, por desgracia no es disparatado pensar en una conflagración bélica como el planeta nunca ha conocido.

Dios quiera que sea lo primero. Lo segundo sería una tragedia cataclísmica que marcaría a los sobrevivientes por siglos.


Michael S. Castleton-Bridger

29/03/11